Engañando al ojo, la bella mentira

A lo largo y ancho de estas líneas quiero hablaros de cuando la mentira se convierte en arte, y no, no estoy hablando de la obra del artista conceptual Piero Manzoni que con su polémica obra “Mierda de artista” realiza una voraz crítica sobre la gran mentira en el mercado del arte, en el que la simple firma de un artista de renombre incrementa exponencial e irracionalmente la cotización de una obra. ¡No!. De lo que quiero hablaros es del Trampantojo, “trampa ante el ojo”, una técnica pictórica que busca engañar a la vista jugando con la perspectiva y demás efectos ópticos. Una bella mentira que nos transportará por dimensiones y formas imposibles.

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De este modo, antes de entrar en materia y para iluminar un poco más al lector de una manera mas mundana y simple sobre el Trampantojo, diré que es lo que hace todo el mundo que va a visitar La Torre de Pisa y se saca la típica foto, haciendo el mamarracho, jugando con la perspectiva en la que emulan sostener la torre, empujarla, y los más «atrevidos/as», inmortalizan el momento con la torre como si ésta fuera su pene o incluso penetrársela, según el gusto de cada uno.

Así pues, y entrando en el tema que nos acontece, voy a hacer un repaso más exhaustivo sobre estas bellas a la vez que desconcertantes y algunas veces caóticas mentiras, con dos artistas, uno de ellos de sobra conocido, el otro, igual no tan conocido pero igual de sorprendente por sus Trampantojos de acero de grandes dimensiones.

El primero de ellos no es otro que el gran genio de la perspectiva M.C. Escher, a quién le obsesionó el conflicto entre la realidad y la forma de plasmarla en un plano. Así, se convirtió en un artista muy ligado a las matemáticas, a pesar de no tener una formación concreta en esta área. Sus dibujos interesan por igual tanto al mundo de las ciencias y las matemáticas como al artístico, ya que fue capaz de estudiar y mostrar cómo en una superficie bidimensional se pueden generar ilusiones ópticas de gran profundidad creando efectos, lugares u objetos imposibles y caóticos, llevándolos al límite de las dimensiones. Una claro muestra de ello, por citar alguna de su extensa obra, son Waterfall, Print gallery o Belvedere y su famoso “cubo imposible”, donde terminaremos perdidos recorriendo los caminos, entresijos y dimensiones con las que juega a engañar y disociar el ojo de la mente. Aunque, probablemente, una de sus obras más representativas sea Manos Dibujando, donde representa a ambas manos dibujándose una a la otra estando las dos en una superficie plana de papel clavada con chinchetas.

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Por su parte, el segundo de los artistas es Neil Dawson, otro genio del engaño a la visión y el imaginario. Este escultor se caracteriza por realizar enormes esculturas de acero suspendidas, llevando el juego visual y la perspectiva a un engaño gravitatorio. En este sentido, cabe destacar la que fuera su primera obra en esta temática, Echo, así como, Ripples, que representa las ondas del agua al ser golpeadas por una piedra, ¿o quizás el cielo?. Globe, su primera esfera suspendida que representa el planeta Tierra visto desde el espacio, sin olvidar Horizons, la enorme escultura que desde cierta distancia consigue que el/la observador/a desde casi cualquier ángulo perciba la ilusión que el artista desea, lo que supone un gran conocimiento del entorno y la luz para llegar a tal propósito visual.

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Hoy en día el Trampantojo está ligado a los más diversos soportes como el mundo de la publicidad, el arte urbano, el body painting, la decoración, la arquitectura, etcétera.

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